«Transmutaciones / Transmutación Crepuscular» de Juan Carlos Zeballos

Inauguración

 

Entrevista programa Meridiano, Radio Filarmonía

A través de esta selección de obras sobre papel, las personas tendrán la oportunidad de acercarse al proceso libre del artista sobre esta serie de acuarelas que exalta el color y da cuerpo al gesto. Para Zeballos, la abstracción lírica constituye todo un campo de experimentación en la que la técnica y el medio propio de la acuarela tienen una vital intensidad sobre el papel como soporte y los diversos formatos que nos presenta en esta selección. La saturación del espacio refuerza su obra, esta tensión interior, esta necesidad creativa y su expresión diaria.

El artista nunca renuncia a su narrativa, a la observación, a la vida y su caos. Es así que formas, masas, signos, símbolos y palabras parecen surgir a veces de la confrontación de la lucha entre el soporte y el gesto, entre su existencia y su firmeza. Juan Carlos Zeballos ha realizado 30 exposiciones individuales en América y Europa así como numerosas exposiciones internacionales y bienales de acuarelas desde el año 2000. Su carrera está marcada por sus numerosos premios en Perú y en Europa. Es el ganador del 151º Salón de Versalles siendo el primer artista latinoamericano en recibir este premio. Expuso durante cinco años consecutivos en el prestigioso Salón Réalités Nouvelles de París (2015 a 2019), así como en el Salón Nacional de Bellas Artes del Carrusel del Louvre (2016, 2017, 2018), en el Salón de otoño de París (2017, 2018, 2019, 2020). También participó en el Salón del dibujo y de la pintura al agua del Grand Palais de Paris (2018,2019, 2020), en el Salón de Charenton (2018 y 2019) y el Salón YIA (Young International Art) en París en 2019.

Participó en las bienales de acuarela de Viña del Mar en Chile, Ciudad de México, Moscú (entre 2006 y 2017), la Trienal de Acuarela de Santa Marta en Colombia (2012) y Varna en Bulgaria en 2019. También participó en las bienales internacionales de acuarela de Shenzhen en China (2013), Narbonne, Arcachon, Brioude (entre 2014 y 2021), Ha-Noi (2017 y 2019), Malasia (2018), Albania, Nueva Delhi, Caudete, La Paz (2019), Belgrado y Bretaña (2020) y en los festivales internacionales de Úbeda-España (2016), Fabriano y Urbino-Italia (2017, 2020), Aiguillon-Francia (2018), Lima-Perú (2019), Saint Yrieix-Francia (2021) y en las bienales de pintura de Guayaquil (2012, 2016,2018) luego Sarria (2017 y 2020). Su obra figura en libros de acuarela y pintura contemporánea en Perú, América Latina y Europa (entre 2006 y 2020) y en el diccionario biográfico de artistas visuales en Francia, Artfabetic.

La inauguración se llevará a cabo el jueves 11 de febrero a las 7 pm vía la plataforma Zoom: https://us02web.zoom.us/j/81197074920 y se podrá visitar en nuestra Sala Virtual – Kunstmatrix

 

Presentación de Augusto del Valle

Hace poco, en una conversación telefónica Juan Carlos Zeballos (Arequipa, 1976) me confesó, sobre esta serie de pinturas, «[M]uchos de estos abstractos tienen como punto de partida las paredes atiborradas y abigarradas de los afiches del metro [de París], los muros y la publicidad dispersa resulta tan colorida que me recuerda a los afiches chichas del Perú». No será sorprendente, entonces, lector, asistir al hecho de cómo Zeballos se perfila como un artista residente en Francia, desde el año 2014; una vida en París que él ha asumido con sorprendente naturalidad. En esta exposición Transmutaciones/ Transmutación crepuscular, el espectador se asoma a este universo de transformaciones, que van de la captación atenta de Juan Carlos respecto de su entorno urbano —la ciudad pre pandémica— hacia sensaciones asociadas a la luz, como un crepúsculo, o al ojo de una tormenta, como un vórtice, entre otras metáforas que él utiliza en sus títulos para describir el vínculo secreto y subjetivo entre color y significado.

Conozco a Juan Carlos hace cerca de 15 años. Quizá fue en 2007, cuando me tocó hacer un trabajo de campo sobre la acuarela de paisaje en el Perú, cuando lo entrevisté por primera vez en alguna de esas cafeterías cercanas a la plaza de armas de Arequipa, cuyo local —lo recuerdo vivamente—, era una vieja casona de sillar. Recuerdo también, tras el paso de los años, de nuevas visitas y conversaciones en la ciudad blanca, haberme enterado de sus viajes a distintos países como Brasil y China, entre otros; viajes que él asumía como parte de su vida de artista y que, de mi lado, los veía como una interrogante abierta respecto de cómo situar, en mis ingenuas cartografías, su trabajo como pintor y artista. El lector desprevenido quizá no tenga en cuenta, que la acuarela en el sur andino en el Perú, concretamente en Arequipa, es una tradición que recorre todo el siglo XX. Y que, en los últimos diez años dicha escena experimentó una internacionalización creciente, llegando los cultores regionales de la misma —cuya excelencia técnica sorprende a cualquiera— a participar, con éxito, de distintos concursos multinacionales en Europa y en otros lugares del planeta.

Y, sin embargo, uno no puede dejar de preguntarse ¿Qué valoración se otorga a la práctica de la acuarela y a sus cultores en el siglo XXI? ¿Se jerarquiza a la pintura según esta sea realizada con óleo o acrílico por encima de otros materiales?, ¿O, más bien, esa tendencia a jerarquizar ya no existe más en este mundo globalizado y pandémico?, ¿por qué destacar el material —la acuarela— de estas pinturas, por sobre su sentido y significado? Estamos ante una selección de cerca de 15 pinturas de Zeballos, en las que sin reconocer representación figurativa alguna uno recibe el impacto sensible de múltiples colores en tondos y rectángulos, en imágenes cuya fuerza inusitada seduce a simple vista. Fuerza que se ha estabilizado en un estilo propio, en una gama que va de un extremo al otro del círculo cromático, fácilmente reconocible para quien ha seguido su trayectoria, pero de sorprendente solidez para quien no está acostumbrado (sobre todo pienso en públicos contemporáneos) a la factura de una mano que ejecuta, con maestría sostenida en el tiempo por la práctica cotidiana, pero reinventada cada vez por una imaginación vivaz, emocional y crédula todavía; en un mundo que la ciencia ficción del siglo XX hubiera llamado distópico, sin mayores rodeos.

Augusto del Valle Cárdenas
2 de febrero de 2021

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